martes, 9 de septiembre de 2008

Mundo light

No soy experto en marketing ni mucho menos, pero este es un tema que ocupa mi mente (bueno, parte de ella, tampoco piensen que me la paso divagando en estas cosas) desde hace un tiempo.

No sé cómo viene la cosa en otros países, pero en la Argentina pareciera que las publicidades de productos light, bajas calorías, cero grasas y demás exquisiteces solamente los pueden consumir las mujeres. Y no cualquier mujer, sino que el requisito es que la consumidora promedio en cuestión sea ama de casa o mamá con niños en edad escolar, joven profesional, o persona preocupada solamente por las calorías, el tránsito lento, y el grado de gasificación de la gaseosa.

Ya sé, me van a decir que los estudios de mercado determinan que ese tipo de persona es el cliente promedio de los productos light, que la mujer del siglo XXI se preocupa por su figura, y tantas otras razones, que no por válidas me dejan de hacer reflexionar.

Todos sabemos que la publicidad apunta - además de anunciar el producto en sí - a lograr que el cliente se identifique con el producto, con la imagen que venden, que logre aceptar el valor agregado que viene con la publicidad y todo eso. Ahora bien, ¿no hay acaso hombres que quieran o necesiten consumir lácteos descremados, mermeladas sin azúcar, o una gaseosa que no tenga tanta azúcar por botella como un ingenio azucarero tucumano? 

Me dirán que nadie les prohibe a los hombres - o a las mujeres que no se identifiquen con el prototipo descrito más arriba - comprar y consumir esos productos. Eso es cierto. Pero, ¿cómo puede una persona con un poco de dignidad identificarse con Claribel Medina diciendo que se siente "hinchada... pesada..." para luego mandarse un yogur Ser? ¿Por qué habría alguien de comprar un flancito light solo porque Ernestina Pais sale por la tele debatiéndose entre la vida y la muerte por comerse o no un postre?

Lo único que me queda por pensar es que los que se ven obligados a comer cosas un poco más sanas ya sea por motivos de salud (diabéticos, hipertensos, obesos) o por convicciones personales no tienen más remedio que ir por la vida siguiendo los preceptos del marketing descerebrado de los productos light, y en el peor de los casos, siendo blanco de burlas por ser visto en público comiendo un postrecito Ser "tentación lemon pie" (sin comentarios).

Además, ¿la gente que se cuida no come ni toma cosas de sabores normales? ¿Por qué es tan difícil encontrar un jugo Clight de naranja pero abundan sabores como "mango tropical con uvas y pomelo rosado", "limonada sutil y frutillas silvestres" y demás sabores que parecen salidos de un brainstorming de snobs que tienen que justificar su sueldo en la agencia de publicidad?

Con las gaseosas veo que está habiendo un cambio de actitud. De un tiempo a esta parte, Coca-Cola (en una movida muy acertada en mi opinión) comenzó a apuntar sus productos sin azúcar a los jóvenes, con campañas como la de Sprite Zero y Coca-Cola Zero, lo cual me parece bastante positivo si de verdad queremos paliar al menos en algo la epidemia de obesidad que vemos en todo el mundo.

Pero no. Danone pareciera que sigue empeñándose en limitar sus productos light a cierto sector demográfico, dejando de lado a una gran porción del mercado. Por algo será.

Ya sé, mi saña con Danone y su marca Ser está lejos de ser objetiva (por motivos varios), pero es que realmente si hay una línea de productos con la que NO me identifico es con esa. Basta con ver el envoltorio verde y el logo que se asemeja a una persona con los brazos para arriba para que no me den las más mínimas ganas de comer uno de esos yogures o lo que fuere.

Los dejo y me voy a comer un yogur ENTERO de vainilla. No porque sea más sano que uno descremado, sino porque hasta tanto no haya productos light, bajas calorías, cero grasa, o como quieran llamarlos, con una imagen de producto con la que me sienta identificado, seguirá siendo mi opción principal.

Hasta pronto.

miércoles, 27 de agosto de 2008

¡A contar, a contar!


Las calles de Córdoba anoche daban toda la impresión de ser un sábado, víspera de feriado, o similar. Todo el mundo afuera en plan de salida, grupos de jóvenes por todas partes llevando botellas de Coca-Cola y bolsas de hielo (no precisamente porque sean abstemios, sino porque esos dos productos son los acompañantes necesarios de la bebida cordobesa por excelencia, para quienes no estén al tanto), mucho auto tuneado con cuarteto a todo volumen y la clásica luz de carnicero abajo alumbrando el asfalto, y todos esas cosas que vemos, oímos, olemos y tememos y que nos indican inequívocamente que estamos en un fin de semana como tantos en Nueva Córdoba. La presencia masiva de gente en las calles se vio impulsada más aún por el veranito que vivimos hoy, que hizo subir el termómetro hasta los 35° a la tarde y que - según el Yahoo! Widget de mi computadora - no bajó de 23° incluso en la madrugada, aunque parece que Santa Rosa nos hará volver a la realidad tarde o temprano.

Quienes no vivan en Córdoba se preguntarán por qué tanto festejo y clima de weekend en pleno martes por la noche. La razón es muy simple: Hoy miércoles 27 de agosto se realiza en todo el territorio provincial el Censo Provincial 2008. Honestamente, yo no sabía que se realizaban censos provinciales; siempre pensé que solamente se hacía el nacional cada 10 años y nada más, pero bueno, aparte de ganar elecciones de forma algo curiosa, el gobernador Schiaretti (no confundir con el famoso mentalista televisivo de los '90) también nos sorprendió con este censo.

Para el mismo, se decretó un feriado provincial con cese total de actividades, amenazando con multas y suspensiones a comercios y empresas que no acaten la medida, por lo que se estima que la actividad será prácticamente nula hoy. Ese anuncio hizo que el martes a la noche se convirtiera en la excusa perfecta para juntarse, salir, tomar, comer y cualquier otro verbo infinitivo que quieran poner.

No sé bien qué datos arrojará el censo. Algunos medios estiman que la población de Córdoba Ciudad será mayor que la de Rosario, con lo que los cordobeses podrán finalmente decirles con fundamento a los rosarinos que son la segunda ciudad del país, por más que éstos digan lo contrario (como si ser 10.000 personas más significara tener mejor infraestructura, más calidad de vida, opciones, etc., pero eso es debate para otro lugar). Supongo que los 13 millones de pesos que costará la realización de la encuesta estarán bien gastados y que los datos realmente servirán para cuantificar muchas cosas además de saber si somos muchos o no, que es lo que mucha gente cree que es para lo único que sirve un censo.

Para la gran mayoría, la novedad representará un feriado sandwich que nunca viene mal, y que si bien no le llega ni a los talones a una Semana Santa, con huevos de pascua, rosca y minivacaciones incluidas, siempre es bienvenido. Para mí, será un dinerillo extra por trabajar un feriado y la sensación de caminar 5 cuadras hasta el trabajo por calles desiertas, aunque sea pleno miércoles.

viernes, 22 de agosto de 2008

Novedades bajo la puerta


Hoy llegué a casa como de costumbre, puse la llave en la puerta, entré, prendí la luz para no tropezarme con lo que fuese que haya dejado en el piso al irme a trabajar (normalmente la bolsa de la ropa para lavar, calzado, etc.), y tenía un sobre que la encargada del edificio me había dejado debajo de la puerta (por fin se avivó y ya no deja las cartas colgadas del picaporte, al alcance de cualquiera).

Si hubiera sucedido hace 10 años, a lo mejor me habría alegrado pensando que era una carta de algún ser querido, una postal que me envío un amigo de vacaciones de algún lugar exótico, o quién sabe qué. Pero no, como de costumbre, era un sobre con membrete (léase, de alguna empresa que por alguna razón tiene mi nombre, dirección, teléfono, grupo sanguíneo, y vaya quién a saber qué cosas más) y mi nombre asomando por la ventanita. "Sr. Carlos Rivera" decía, así que por lo menos tuve la certeza de que era para mí.

Al principio pensé que era alguna factura a pagar, algún aviso de deuda de Aguas Cordobesas "invitándome" a cancelar el período impago (que seguramente fue porque me olvidé de llevar la factura el día que salgo a pagar las cosas del mes). Era un sobre azul, muy lindo y con el logo de VISA en la parte de arriba. Lo toqué y sentí algo duro adentro (no piensen mal, me refiero a algo más duro que lo habitual en un sobre), con lo cual me di cuenta de inmediato que es el nuevo plástico, ya que la que tengo está por vencer pronto.

Desde que me dieron la tarjeta que uso actualmente hasta hoy, que me envían la nueva, pasaron casi dos años, y en ese tiempo el entonces Banco Río cambió su nombre y su imagen a Santander Río, para estar más a tono con la casa matriz. Debo admitir que estas idioteces me entusiasman. Igual de ansioso que cuando les agregaran un "4" a los números fijos de teléfono hace unos años, o cuando el Correo Argentino anunció el nuevo CPA (que yo pensé que iba a ser algo de uso obligatorio, pero por lo visto es optativo y sólo las empresas lo usan, y debo ser el único ridículo que pone el suyo en su correspondencia personal), cuando Movicom pasó a llamarse Movistar, o como cuando el viejo y querido supermercado Norte pasó a ser Carrefour Express en Catamarca y otras ciudades, también estuve muy pendiente del cambio de imagen del banco que me sangr..., digo con el cual opero.

Finalmente tengo la tarjeta de crédito con el nuevo logo y los colores de Santander. El diseño está muy logrado, con un globo en el que están impresos los nombres de todos los países donde opera el banco (en sus idiomas originales), la palabra "Argentina" en una letra más grande y el fondo rojo, al igual que el resto de la imagen corporativa. Será cuestión de salir a estrenarla (con moderación, por supuesto, no vaya a ser cosa que la próxima correspondencia que me llegue del banco sea un aviso de embargo) el fin de semana comprando alguna cosilla por ahí. Después de todo, un poco de retail therapy no le viene mal a nadie, ¿no?